Bebo y Cigala

Hoy Bebo Valdés y el Cigala han regalado arte con su Lágrimas negrasa 2300 personas privilegiadas que abarrotaban el Liceu, y entre ellas, yo. O lo que quedaba de mí, derretido.
Cuando lo bello y lo hermoso se unen, ¿qué cabe esperar?Más allá del placer para los oídos, la piel se eriza y la sangre empieza a borbotear. Un ritmo vertiginoso recorre la herradura del teatro y no para de dar vueltas. Pasa por cada una de las personas que contemplan, atónitas, la velocidad anormal de unos dedos de apariencia cansada y la fuerza de una voz profunda y desgarrada que ruge desde dentro. Sentimientos alargados e interminables fluyendo por el aire. Tacatá, tacatá, suenan las manos del gitano. El contrabajo, los timbales y el cajón acompañan a las notas de un piano celestial que causa un extásis jamás visto en el público del Liceu. Nunca pensé que tocaría aquí. Pensaba que sólo se tocaba música clásica, dice un Valdés sosegado. "Menos mal que no es así", pienso. Ahí hace falta menos clasicismo y más clase, la que se forma tras la unión de Valdés y el Cigala. Compenetracón al máximo. Lo dicho, un regalo para los oídos. Me conforta comprobar que sé apreciar buena música y que no me quedo en los polos opuestos de Bisbal y Wagner, como un buen manresano amigo mío dice. Vámonos compadre!
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marquinho -