Obviedades
Pau Petit llega a la aula a las 10. Dormido. Ayer fue a un concierto de Radio Tarifa en la Sala Apolo que, por lo que me cuenta, estuvo bastante bien. Me cuenta que es un grupillo que mezcla flamenco y música árabe. En mi vida he oído hablar de ellos. Lo que más se acercaba, Radio Futura.
Se sienta a mi lado y me ve manipular mi página. ¿De quién es este blog?, me pregunta. Le respondo que es el mío, pero que ahora lo tengo abandonado porque no sé de qué escribir. Pues si no tienes nada que escribir, no lo hagas.
Pues eso. La verdad está ahí. En este caso, a mi lado, removiendo sus legañas, visitando el resto de blogs, repasando sus apuntes de teoría de la comunicación y maldiciendo su resaca.
Y es que nos cuesta aceptar las obviedades. Nos gusta darle vueltas y vueltas, retorcerlas, girarlas, moldearlas, repasarlas. Todo lo que queráis, menos aceptarlas ni asimilarlas. Que no hay nada que escribir, pues no escribas. Que no vales para esto, pues chico, no vales. Que no eres el perfil que ella buscaba, pues no lo eres. Que simplemente juega contigo, pues a jorobarse. Que según Celsa eres un tira curriculums, pues a reconocerlo. Que tal, pues cual pascual.
Las simples verdades, o verdades simples, que por el hecho de ser obvias nos ofende aceptar, forman parte de nosotros. Y qué decir de que nos las recuerden. Eso es ya la perdición. Yo ya no oso recordar a muchos de los abonados que no se puede fumar en la sala Foyer. Más que nada para que no me salten con el "ya lo sabía, no hace falta que me lo recuerdes". O qué sé yo, preguntar si conocen cómo llegar a tal lugar o tal otro. Les ofendes al recordarles que la estación de Tres Torres está casi llegando a la calle Vergós -Blanca, con todo mi amor y mi afecto-.
El súmum -según Pau Petit con M- llegó el otro día con mi jefe. Tema profesores y alumnos. Me contaba que en sus tiempos de estudiante se ofendía con el profesor porque le hacía perder el tiempo. Simplemente porque el profesor se empeñaba en explicar que la obra de Miró comprendía aspectos metatextuales y metafórmicos de la cultura metaparanoica de la sociedad de mediados de no sé que siglo -o algo así me dijo, no lo recuerdo muy bien-, y que eso todo el mundo ya lo sabía. Y yo, pelota como soy, asistiendo. "Sí, sí, claro, es obivo, si es que vaya profesor más mediocre"
En fin, que me voy por la tangente. Que no sé de qué escribir. Debe ser por los examenes, que agotan mis neuronas. O puede ser que sea por la desinformación y la desculturización a la que estoy sometido últimamente. Puede ser que sea porque en mi cabeza se entremezclan mis lios y mis saturaciones. No sé, pero cómo no sé de qué escribir, haré caso a Pau. Intentaré asumir las obviedades que me rodean.
Se sienta a mi lado y me ve manipular mi página. ¿De quién es este blog?, me pregunta. Le respondo que es el mío, pero que ahora lo tengo abandonado porque no sé de qué escribir. Pues si no tienes nada que escribir, no lo hagas.
Pues eso. La verdad está ahí. En este caso, a mi lado, removiendo sus legañas, visitando el resto de blogs, repasando sus apuntes de teoría de la comunicación y maldiciendo su resaca.
Y es que nos cuesta aceptar las obviedades. Nos gusta darle vueltas y vueltas, retorcerlas, girarlas, moldearlas, repasarlas. Todo lo que queráis, menos aceptarlas ni asimilarlas. Que no hay nada que escribir, pues no escribas. Que no vales para esto, pues chico, no vales. Que no eres el perfil que ella buscaba, pues no lo eres. Que simplemente juega contigo, pues a jorobarse. Que según Celsa eres un tira curriculums, pues a reconocerlo. Que tal, pues cual pascual.
Las simples verdades, o verdades simples, que por el hecho de ser obvias nos ofende aceptar, forman parte de nosotros. Y qué decir de que nos las recuerden. Eso es ya la perdición. Yo ya no oso recordar a muchos de los abonados que no se puede fumar en la sala Foyer. Más que nada para que no me salten con el "ya lo sabía, no hace falta que me lo recuerdes". O qué sé yo, preguntar si conocen cómo llegar a tal lugar o tal otro. Les ofendes al recordarles que la estación de Tres Torres está casi llegando a la calle Vergós -Blanca, con todo mi amor y mi afecto-.
El súmum -según Pau Petit con M- llegó el otro día con mi jefe. Tema profesores y alumnos. Me contaba que en sus tiempos de estudiante se ofendía con el profesor porque le hacía perder el tiempo. Simplemente porque el profesor se empeñaba en explicar que la obra de Miró comprendía aspectos metatextuales y metafórmicos de la cultura metaparanoica de la sociedad de mediados de no sé que siglo -o algo así me dijo, no lo recuerdo muy bien-, y que eso todo el mundo ya lo sabía. Y yo, pelota como soy, asistiendo. "Sí, sí, claro, es obivo, si es que vaya profesor más mediocre"
En fin, que me voy por la tangente. Que no sé de qué escribir. Debe ser por los examenes, que agotan mis neuronas. O puede ser que sea por la desinformación y la desculturización a la que estoy sometido últimamente. Puede ser que sea porque en mi cabeza se entremezclan mis lios y mis saturaciones. No sé, pero cómo no sé de qué escribir, haré caso a Pau. Intentaré asumir las obviedades que me rodean.
11 comentarios
Capitán Halsey -
Anónimo -
Hagamos que dejen de existir.
Gracias a todos.
El Principito -
capitan mierda -
Pasando a otro tema, amigo Manu te he felicitado las pascuas desde mi página. Quería estar seguro de que las recibieras. Tengo prisa.Por lo de las entradas no te estreses. Un abrazo MUY MUY fuerte , amigo mio
donna darko -
marquinho -
Indòmita -
El Principito -
Ferran -
donna darko -
TAmbién creo, como Principito, que aceptar las cosas no tiene que ser igual que resignarse a ellas.
El Pincipito -
Sin embargo, debo decir que hay una cosa en la que no estoy de acuerdo: creo que en ocasiones los demás nos hacen creernos cosas sobre nosotros mismos que son falsas por simple envidia o pedantería. Hay que aceptar lo obvio, es cierto, pero no que nos hagan creer que hay cosas que son obvias simplemente porque lo digan los demás. Mira, cuando hacía COU, una profesora me dijo que no sabía escribir. Al mes siguiente gané el concurso literario del colegio. No permitamos que terceras personas nos hagan creer que tenemos límites "obvios" que no existen...