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DESDE MI PLANTA

Me gusta sentarme en la ducha, en posición acurrucada. Protegido, abrazado. Me gusta agarrar mis rodillas y llevar mi frente junto a ellas. Sentir que el agua cae sobre mí, en la divina proporción entre el calor y el frío. Más calor, no obstante. Y pensar. Hacer un revovinado de las cosas que tengo dentro de mí. Recuperar el recuerdo archivado. Darle vueltas a las cosas. 15 ó 20 minutos, no necesito más para llegar a las conclusiones. Vomitar lo que me he callado.
Una vez fuera se vuelve a la vida real. Fría, muy fría. Y más de lo mismo, más de lo de cada día. Me callaré en muchas ocasiones. Lo guardaré todo bién guardado para luego rumiarlo en mi lugar favorito. Y de lo que saque en limpio haré un extracto. Tal vez lo escriba, tal vez no. El resto se perderá.
¿Debiera o no debiera? ¡Ah! Aún pienso en la vez en que le dije a quien no me quiero acordar de que no se callara las cosas. Que falso fui. Ahora me río porque reconozco que yo lo hago. La experiencia me ha enseñado en miles de ocasiones que en boca cerrada no entran moscas. Y diez veces diez han entrado colmenas. Y cien veces cien se ha apoderado de mí una sensación de vergüenza propia. Y mil veces mil he pensado que mejor estar ahí como observador. Callar, mirar, escuchar. Asimilar para llegar a buen puerto. Y una vez asimilado, desahogarte: escribir.
Lo decía Vesania en uno de sus posts. Escribir por dos razones. Una para que te lean. Otra para desahogarte. De la primero paso bastante. La segunda es cierta. Es mi mejor modo de expresión. Es mi "comunicationis modus", porque no sé hablar como yo quisiera, porque verborreo más rápido de lo que pienso, porque quiero decir infinidad de cosas que pasan por mi cabeza que luego se quedan atascadas en mis dientes, porque necesito rellanos en los que descansar y apoyarme: mi ducha y mi teclado. Porque quiero decir que si no me dejas fumar el Liceu me estás jodiendo, porque quiero decir que te quiero con locura, porque quiero decir que la familia bién gracias, porque quiero decir que me siento sólo. Porque quiero decir tantas cosas que me ahogo cuando lo intento.

4 comentarios

Leti -

Ayyyy, callar, callar... El miedo al ridículo o a hacer daño puede más que nuestros instintos naturales de comunicación! Grave error!
Si algo nos gusta deberíamos decirlo, y lo mismo al contrario. Lo haremos algún día?? Bueno, a ver si tenemos alguna sorpresilla un día de estos por confesiones inesperadas...

patri -

creo q no te equivocabas al decir "no te guardes las cosas" pq mil veces mil he seguido el dicho d "en boca cerrada no entran moscas" (se ha convertido casi en filosofía d vida) y casi siempre ha resultado ser un error. Las cosas q no dices se acaban pudriendo en tu interior y acabas teniendo dudas de si han existido o no, todo por no compartirlo. Está bien ser observador, pero no observador pasivo.

Carmen_Vesania -

Te recomiendo este post.

http://www.zonalibre.org/blog/hansa/archives/061750.html

Carmen_Vesania -

Escribir... que sería sin poder escribir...

"Es en el pensamiento donde la palabra libertad adquiere sentido....".

Libertad para pensar lo que uno quiere, libertad para callar, para ordenar las palabras antes de decirlas, libertad para amar en el silencio, libertad para decirte cosas, a ti mismo...

Me ha gustado tanto el post que no sé cómo explicarlo, tal vez porque todos nos sentimos así, vencidos... quizás porque es domingo, quizás porque es de noche...

El enlace fue además una preciosa sorpresa, gracias.
Un beso. Carmen.