Blogia
DESDE MI PLANTA

Evasión

Cuando consulto en la edición digital de la Real Academia el término evasión me llevo una sorpresa. Evasión: efugio para evadir una dificultad. Pobre de mí y de mi ignorancia. Para mí, la evasión se desentiende de cualquier superación de dificultades. "Efugio": recurso para sortear una dificultad.
Tal vez sea ese mi fallo. Al evadirme no sorteo nada. Y no me refiero a las rifas de feria. Me refiero a la capacidad de salir adelante. Eso, ya vendrá después. La evasión es el paso previo a la superación. Sentarse, tumbarse, parar, recapacitar, tomarse un café o dos. Encenderse un cigarro, cuatro o toda una cajetilla, ir a nadar. Olvidarse, al fin y al cabo.
Pobre de mi riñón, de mi úlcera, de mi cuerpo entero. Este ha sido un puente evasivo. Se aprieta el botón de "power off" y se deja puesto el manolito automático. Y a vivir al margen, a disfrutar de la vida. ¿Disfrutar de la vida? No lo sé del cierto. Tan solo respirar sin atragantarse, notar como tu corazón vuelve a los cauces de bombeo normales.
Existen diversas formas. La mía ha sido una sesión intensiva de enclasutramiento hasta llegar a la claustrofobia enfermiza. Quedarse en el huevo y no salir. Notar aún el calor en un interior agradable, fuera del frío, de los agobios, de las aglomeraciones. Tumbarse en el sofá, notar como la gravedad asciende en diez millones de newtons, tatuar el relieve de tu sofá en las mejillas, contemplar el paso del tiempo en sus diferentes etapas. Y, por qué no decirlo, darme los caprichos propios que mi menopausia o mi periodo particular necesitan.
¡No me avergüenza! Sí, yo soy de los que necesitan helados, chocolate y sesión intensiva de cine sentimentaloide. El remedio puede ser peor que la enfermedad, aunque bien pensado, ese es el objetivo. Sentir náuseas de uno mismo y obligarse a salir de la evasión, a salir adelante y afrontar al toro por los cuernos.
Luego, una vez en la calle, volviendo a caminar con pasos renqueantes debido a los restos de caramelosidad que aún siguen resbalando por tu piel, con pasos torpes y miedosos, como si volvieras de nuevo a aprender a caminar, todo se ve más claro. Paseas por La Rambla enchufado a la banda sonora de tu vida, ves a la gente sonreir, a las palomas volar, a los mimos actuar. Y aunque esta imagen es engañosa debido a la cursileria de la que te has empapado antes viendo Amelie o Amor con preaviso, funciona. El estoque final, no obstante, llega cuando compartes el tiempo hablando con otras personas. El tiempo, impresiones, actitudes de ver la vida.
Tomas un café con la belleza personificada y te cuenta su experiencia en Cuba, donde mis miserias y mis preocupaciones no llegarían a ser una ínfima parte de las de todo un pueblo jodido. ¿Y qué si no tengo moto? ¿Y qué si me suspenden?¿Y qué si esto, y qué si lo otro? Gente desterrada, gente olvidada, gente sin recursos, gente sin nada. Gente que pasa directamente a la solución, sin pasar por la casilla de la evasión

2 comentarios

donna darko -

relativizar, el secreto es siempre relativizar, está claro...
será relativa la importancia de un cate de la quesadilla? luego hablamos.

Patri -

Gran frase esta última! Es fácil quejarse y lamentarse cuando tienes tiempo para ello...